EL INCA Y LA NOBLEZA
El
Inca, o jefe supremo del pueblo inca, era para su pueblo un dios viviente, con
poderes totales y absolutos. En los primeros tiempos los incas se casaban con
las hijas del monarca vecinos, pero más tarde se consideró que el linaje
perdería su pureza y solo se casaban con sus hermanas. Además de su hermana, o
esposa principal, tenía un harén de esposas secundarias que eran llamadas
mujeres escogidas, por esto tenían muchísimos hijos que con el tiempo formaban
un ayllu especial (llamado panacea), que constituía la gran nobleza.
Los
sucesores del trono eran los hijos. El Inca lo elegía por su inteligencia. Solo
podían sucederle aquellos que hubieran tenido con la coya, o esposa principal.
El elegido era educado directamente por sus padres, pues a nadie se le huera
ocurrido educar a un dios. Nadie podía presentarse de cara al emperador y
durante las entrevistas, este permanecía oculto tras un cortinado. Al verlo se
debía estar descalzo y soportar una pequeña carga en la espalda para indicar
sumisión. Su adorno más característico era una banda, de unos 10 cm.,
confeccionada con tubitos de oro, de los que colgaban borlas rojas. Eran
transportados en literas, con toldos y cortinas bordadas, de manera que podía
viajar sin que le vieran la cara.
Las leyes del Inca eran aceptadas por todos, sin
chistar, pues se consideraba que habían sido elaboradas por un dios. Los nobles
más importantes eran los descendientes directos del Inca y se caracterizaban
por llevar grandes orejeras de oro. Los nobles de importancia menor, eran los
curacas. Todos gozaban de privilegios: No pagaban impuestos, eran mantenidos
por el gobierno, se les daba tierras en premio, y además, podían tener otras
esposas, ser transportados en litera, usar quitasoles y usar ropas parecidas a
las del Inca.


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